JOSE IGNACIO LAPIDO
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Escrito en la ley
Bellas mentiras
Con la lluvia del atardecer
La antesala del dolor
En otro tiempo, en otro lugar
Más difícil todavía
Cuando la noche golpea el corazón
Rincones secretos
Agridulce
Por sus heridas
De espaldas a la realidad
Producido por José Ignacio Lapido
El tercer disco en solitario de José Ignacio Lapido, el "granaíno" antiguo miembro de 091.
Lo tuvo que publicar a través de su propia discográfica Pentatonia, creada al efecto, ante la conocida ineptitud de las discográficas españolas para reconocer y apoyar el talento auténtico.
Un disco redondo, sin fisuras, en el que es difícil elegir un tema favorito de entre grandes canciones como "Agridulce", "La antesala del dolor", "Escrito en la ley", "Bellas mentiras" o "No digas que no te avisé". No hay corte malo.
Rock americano de calidad pero cantado en español y con una letras fantásticas. Además el sonido es realmente brillante, la guitarra y la voz de Lapido suenan fenomenal así como los teclados.
Muy buen disco.
El Más Allá
Doble Salto Mortal
Antes De Morir De Pena
Sueños Que Dejamos Ir
En Medio De Ningún Lado
La Hora De Los Lamentos
Olvidé Decirte Que Te Quiero
Cansado
Lo Creas O No
Nadie Espera
Vuelta A Empezar
Algo Falla
Paredes Invisibles
Producido por Paul Grau
Un disco fantástico ya desde la portada, con esa imagen que nos recuerda por un lado al Goya del sueño de la razón pero también, a los de cierta edad, a esas cartillas de Rubio con las que aprendimos a escribir.
La verdad es que Lapido tiene algo de Quijote, porque no deja de ser una labor un tanto suicida editar sus propios discos a través de Pentatonia, su propio sello. Algo que por un lado te da libertad absoluta en la toma de decisiones (como él dice para acertar y también para equivocarte) pero que desde el punto de vista económico no debe ser la mejor idea. Lo evidente es que la ceguera, sordera y necedad de las discográficas no tienen límite y fuerza a los artistas a este tipo de encrucijadas.
Un disco con algo más de medios tiempos que en discos anteriores, con canciones más reposadas y menos aceleradas, como "El más allá" o "Antes de morir de pena", que suenan menos directas, menos rockeras, a pesar de que el álbum también incluye pelotazos como "Algo falla", "Lo creas o no" o "Sueños que dejamos ir". Pero esa falta de inmediatez hace que canciones como "Vuelta a empezar" o "Paredes invisibles" se disfruten mucho más cuando las has escuchado varias veces.
Mención especial merece en esta ocasión los invitados a participar en el disco, algo que también es una novedad. Partimos de la base de que todas las canciones del disco son buenas canciones, pero es que en el caso de las elegidas para colaborar con otros artistas encajan a la perfección. O quizás la alquimia entre Lapido y Miguel Rios ("La hora de los lamentos"), Eva Amaral ("Doble salto mortal") o Quique González ("En medio de ningún lado", como resuena aquí Tom Petty) hace que el resultado sea tan bueno. También participan Juan Aguirre con una guitarra de doce cuerdas en "Cansado" y Quini Almendros tocando el pedal steel en "Olvidé decirte que te quiero".
Por cierto, otra novedad es que el encargado de la producción es Paul Grau, productor alemán afincado en Motril, de forma que por primera vez en mucho tiempo José Ignacio Lapido pone esta tarea en manos ajenas.
Por último hacer referencia a las letras, como siempre supercuidadas, este tipo ya te digo no da puntada sin hilo. Mucha melancolía y algo de filosofía repartida en versos imposibles a los que merece la pena prestar atención.
Un buen puñado de bellas mentiras que conforman un muy buen disco.
Un Día De Perros
Muy Lejos De Aquí
Cuando Por Fin
Cosas Por Hacer
40 Días En El Desierto
No Hay Vuelta Atrás
La Ciudad Que Nunca Existió
Desvaríos
Está Que Arde
Al Azar
Producido por José Ignacio Lapido
Un discazo, un álbum redondo, ¿casi perfecto? vale, me he venido arriba y puede que exagere un poco pero no demasiado.
Y es que "Formas de matar el tiempo" abre con tres canciones ("Un día de perros", "Muy lejos de aquí" y "Cuando por fin") que escuchadas del tirón son de lo mejor que Lapido ha grabado nunca, al menos para mí. Y cuando piensas que ha disparado toda la munición resulta que no es así ni de lejos. Porque esa cara A todavía nos permite escuchar "Cosas por hacer" y "40 días en el desierto", dos tiempos medios fantásticos con esa melancolía tan "lapidiana", a estas alturas de su carrera hay que ir planteándose que la RAE admita el término como adjetivo.
Por cierto que no está de más recomendar la adquisición de la edición en vinilo, tanto por la calidad del sonido como por lo cuidado de la carpeta, sin duda dinero bien empleado. Diez canciones, cinco por cara como mandan los cánones pero sin relleno, sin desperdicio. No sobre ni falta nada. Y punto.
El disco está producido por el propio Lapido y sin ser yo un entendido en estas materias me atrevo a decir que está grabado o quizás mezclado maravillosamente bien, porque lo cierto es que suena de maravilla. Seguramente lo antes mencionado del número de cortes también contribuya a lo bien que suena.
La cara B mantiene el nivel con canciones como "La ciudad que nunca existió" o "Está que arde", rock americano con unas gotas de blues y de country. Otros ejemplos son "No hay vuelta atrás" o "Desvaríos". Y las letras, por supuesto uno de los puentes fuertes de sus canciones, sobre los asuntos de siempre pero claro, si lo piensas, toda la literatura universal gira en torno a temas que se pueden contar con los dedos de una mano.
No quiero terminar esta reseña sin mencionar otro de los "secretos" de la calidad de los discos de Lapido y no es otro que la banda que lo acompaña, Raúl Bernal piano, órgano y los arreglos de cuerda de la delicada "Al azar" que sirve de broche final, qué colorido aporta a las canciones. Más Víctor Sánchez guitarras, Popi a la batería y Paco Solana al bajo.
Lo dicho, muy buen disco.
¡Cuidado!
Como Si Fuera Verdad
La Versión Oficial
Mañana Quien Sabe
Nuestro Trabajo
No Hay Prisa Por Llegar
Dinosaurios
Lo Que Llega Y Se Nos Va
Estrellas Del Purgatorio
Escalera De Incendios
Producido por Jose Ignacio Lapido
El octavo disco de Lapido en solitario, cuya publicación fue aplazada debido a la gira de resurrección de 091 durante el año 2016.
Y aunque su nombre va a estar siempre asociado a la banda granadina, algo lógico si pensamos en la importancia de los cero en historia del rock granadino pero también español, no es menos cierto que a base de talento y trabajo, sin prisa pero sin pausa, Jose Ignacio Lapido ya tiene a sus espaldas una carrera propia de una solidez a valorar y respetar. Ha sido capaz de crear su propio universo musical, con un sonido y unas letras totalmente personales y reconocibles. Este disco sin duda suma a esa trayectoria.
Un disco por otra parte con un sonido rock clásico muy americano. Si estuviera cantado en inglés y hecho por un artista de allí probablemente y por desgracia estaríamos hablando de un éxito y una repercusión diferente. Incluso en la portada, aparece caminando por lo que parece el desierto de Arizona aunque probablemente sea más bien el desierto almeriense, donde seguro es más probable encontrar la pita ideal.
El título del álbum sin embargo tiene mucho de español ya que es una frase extraída de las coplas de Jorge Manrique. Quizás la explicación sea que varias de las canciones hacen referencia al rápido pasar de la vida y a su fugacidad, con las pérdidas que esto conlleva en todos los sentidos ("Lo que llega y se nos va"). Las letras son como siempre fantásticas y muy poéticas, en general un poco desencantadas, meláncólicas ("Dinosaurios") y llenas de sabiduría pero también de cinismo. Es lo que hay cuando has perdido las gafas para ver el lado bueno.
Abre con "¡Cuidado!", un temazo, directo e inmediato que intuyo va a estar en su repertorio en directo muchos años, y además cierra con "Escalera de incendios", otra joya. Y es que como dice Lapido: "Los discos hay que empezarlos y acabarlos de la mejor forma posible.".Pero es que del listado de temas puedes elegir el que quieras, "La versión oficial", "Como si fuera verdad" o "Estrellas del purgatorio" y vas a acertar. Todos suman y todos están donde tienen que estar, todos están llenas de estilo y sustancia, aunque muchos sean cuentos sin final feliz.
A destacar como suena la banda. Perfectamente engrasada, sería injusto no reivindicar la labor de Victor Sánchez (guitarra eléctrica), Raúl Bernal (piano y órgano, fantástico a lo largo de todo el disco pero especialmente en "Mañana quien sabe" o "Nuestro trabajo"), Popi González (batería) y Jacinto Ríos (bajo). El acompañamiento perfecto.
A esto hay que añadir una producción, a cargo de la propia banda, y un sonido realmente brillante y lleno de sonoridades diferentes.
Discazo.
A primera sangre (2023)
Curados De Espanto
Arrasando
Malos Pensamientos
De Cuando No Había Nacido
Antes De Que Acabe El Día
Creo Que Me He Perdido Algo
de Noche la Verdad
Nadie En Su Sano Juicio
No Hay Nada Más
Uno y Lo Contrario
Tiempo Muerto
Producido por Raúl Bernal
Llegado a este punto yo creo que todos estaremos de acuerdo es que Lapido está en estado de gracia, admito que por un periodo inusualmente largo en ningún artista y casi en ninguna actividad humana. Sorprendente ¿o no?.
Porque se veía venir... la cosa viene ya de varios álbumes hacia atrás por lo que tampoco es una gran sorpresa que haya vuelto a publicar un trabajo sobresaliente.
Además pensándolo bien se trata de un álbum sin sorpresas.
Porque no es sorpresa descubrir que Lapido conoce su oficio cada vez mejor de forma que sus composiciones son cada vez mejores y el arte de escribir las letras para sus canciones cada vez tiene menos secretos para él.
Abre el álbum con "Curados de espanto" que en mi opinión es un clásico de esos inmediatos sobre el que me atrevo a apostar que va a formar parte de su repertorio en directo durante mucho tiempo. Y aunque el disco no tiene fisuras y podría decir que mis favoritas son "Antes de que acabe el día", "De cuando no había nacido" o "Creo que me he perdido algo" se trata de uno de esos discos que comentando con otra gente seguramente no coincidamos en nuestras preferencias. Lo sé porque cada vez que lo escucho ese podium varía de una vez a otra. De forma que otras veces me quedo pillado con "Arrasando", "Uno y lo contrario" o "De noche la verdad", no coincido ni conmigo mismo.
Pero insisto, estamos ante un disco sin sorpresas.
Al menos a mí no me sorprende que la banda suene cada vez mejor y que el trabajo de producción de Raúl Bernal sea simplemente brillante.
O que el vinilo suene de maravilla.
De forma que creo que ha llegado el momento. Señores pónganse en pie y quítense el sombrero ante el maestro granaíno.
Muy buen disco.